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El Alto Alfambra reivindica la importancia de los setos en los ribazos como bosques lineales El Alto Alfambra reivindica la importancia de los setos en los ribazos como bosques lineales
Abundancia de setos y ribazos en el Barranco de la Virgen del Pilar, en Monteagudo del Castillo

El Alto Alfambra reivindica la importancia de los setos en los ribazos como bosques lineales

Sirven para delimitar parcelas, alimentar y cercar al ganado y para proporcionar madera y leña
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José Luis Rubio

El Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra reivindica los setos y los ribazos como parte de su paisaje y de su ecosistema. La presencia de este tipo de vegetación arbustiva en las lindes entre parcelas aporta un buen número de ventajas agroambientales y paisajísticas que, según el último artículo publicado en el blog del Parque Cultural, está presente en los diez pueblos que forman el Parque y constituye “parte de su paisaje cultural”.

Según esta entrada, los setos son una “alineación de matas, árboles y hierbas que crecen espontáneas en un ribazo que separa dos parcelas de diferente propiedad o que tienen usos diferentes”, explica el escrito, que explica los árboles pueden haber sido plantados o proceder del desarrollo normal de la vegetación.  Estos setos sirven para “delimitar parcelas, alimentar y cercar al ganado, proporcionar madera y leña, así como ofrecer ventajas agronómicas en la finca”. Recientemente, el agroforestalismo, con el fin de conseguir una agricultura más sostenible, habría vuelto la mirada a los setos.

Los setos que se pueden encontrar en el Alto Alfambra turolense son marcadamente arbustivos, sobre todo con matas espinosas y se localizan entre bancales de laderas cultivadas, en márgenes de arroyos, en pequeños huertos o en los ribazos entre amplios campos. Abundan, sobre todo, en las zonas de Sollavientos (Allepuz), la Vega (Galve), El Prado (Aguilar), la Muela y el Pradillo (Jorcas) y, sobre todo, en el barranco de la Virgen del Pilar de Monteagudo del Castillo.

Un mundo de ventajas

No es extraña la proliferación de este tipo de vegetación ya que su presencia aporta un buen número de ventajas. Según explica el artículo publicado por el Parque Cultural, los setos forman pequeñas barreras que frenan a la escorrentía. También favorecen la infiltración, de beneficio directo para el agricultor al producirse en la tierra de labor, como indirecto, al recargar los acuíferos, y reducen la incidencia y la velocidad del viento al pasar junto a las plantas cultivadas y, por tanto, la transpiración, algo importante en la agricultura de clima secos. Así, esta vegetación contribuye a mitigar la continentalidad del clima ya que la  humedad del aire reduce las temperaturas extremas anuales (veranos menos calurosos, inviernos menos rigurosos) como las oscilaciones térmicas diarias, muy dañinas para las plantas cultivadas.

Los arbustos que los componen son especies caducifolias. Al caer al suelo, las hojas se acumulan y transforman en mantillo, lo que favorece la absorción del agua de lluvia y reduce la escorrentía. Por otro lado, sus profundas raíces de las matas absorben sales minerales inaccesibles a las plantas herbáceas cultivadas y las incorporan en ramillas, hojas y frutos que, cuando caigan, quedan en el horizonte superficial del suelo. Finalmente, al reducir la velocidad de la escorrentía, reducen la erosión de la capa más fértil de la tierra del bancal, concluye el estudio.

Los setos son una suerte de bosques lineales que proyectan sombra y retienen la humedad del suelo, lo que favorece a numerosas plantas herbáceas. Y esas condiciones favorecen que a su alrededor se genere un verdadero ecosistema.

Son lugares de límite entre ambientes y por ello albergan una gran riqueza en especies animales. El seto equivale a la orla del bosque, pero sin el bosque. Son lugares privilegiados para la fauna silvestre. En el seto encuentran refugio, lugar de cría y alimento numerosos animales. Algunos como las mariquitas, crisopas, avispillas, arañas, sapos, culebras, musarañas, erizos, paniquesas y numerosos pájaros insectívoros regulan de forma natural a las poblaciones de algunas plagas agrícolas.

 

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